sábado, 23 de febrero de 2008

Ejemplo de una escuela democrática en Guadalajara.

A pesar de llevar tres años en la Escuela de Magisterio, y aunque parezca mentira, en ninguna asignatura se ha hablado de los factores de innovación, de lo que implica una escuela democrática, de cómo afectan los factores sociales y personales a ella,..., por lo que cuando en clase empezamos a observar esta realidad, rápidamente apareció en mi cabeza el modelo de escuela a la que he tenido ocasión de acceder en mis años escolares. Siempre he sabido que mi colegio era distinto a todos los demás que había en Guadalajara, debido a los comentarios que hacíamos entre mis amigos (que pertenecían a otros colegios) y yo, entre las personas o amigos de la familia y de la gente de Guadalajara en general.
Entendemos por escuela democrática, una escuela que promueve la igualdad, la libertad, los intereses de los alumnos, propicia interacciones, un clima acogedor y de confianza,..,y mi colegio así lo hacía
Mi colegio era distinto por:

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El aula estaba distribuida hasta 6º de primaria de manera muy distinta a las demás:
Era un espacio amplio en el que había una alfombra, que utilizábamos para la asamblea donde comentábamos aspectos e inquietudes que tuviésemos, nos proponía temas diversos para dar nuestra opinión,...todos hablábamos y todos escuchábamos.
-Las mesas estaban colocadas de modo que formaban rectángulos, es decir, no estábamos colocados uno por uno o en parejas, sino todos juntos (por lo que nos podíamos ayudar entre todos, participar,..promoviendo la comunicación, exposición y aceptación de ideas,ayuda a quien lo necesitaba,...)
-Nadie tenía material escolar propio, sino que encima de la mesa había bandejas, una con lápices y gomas y otra con pinturas de colores que todos compartíamos y utilizábamos; aprendiendo a respetar el material, compartir, esperar turno,..
-Había espacios dedicados específicamente a la plástica (no fichas inútiles de colorear y recortar sino actividades más creativas) y a la lectura (nuestra propia biblioteca con cómodos cojines, libros propios y del centro...que incitaban a ella).
-Fuera del aula teníamos un espacio llamado el mercado donde se realizaban ejercicios de lógica matemática, de establecer relaciones,..con productos, vacíos, pero de verdad.Su caja registradora, nuestros billetes y monedas...donde todos participábamos.
-Pero lo que más impactaba a la demás gente, era la forma de exponer los propios contenidos: no teníamos libros sino que los profesores dedicaban tiempo en prepararnos "temas" de todas las áreas de conocimiento; y que cada niño iba realizando según sus capacidades y ritmo de aprendizaje.(por lo que al final de cada trimestre cada niño había logrado lo máximo de sí). Tampoco había exámenes, sino que en cada tema había variados ejercicios que realizar: de buscar en libros, en diccionarios, de memorizar, de colorear, de relacionar,...
-En cada clase teníamos a uno o dos compañeros con alguna deficiencia o trastorno al que ayudábamos sin problemas entre todos; también confluían distintas etnias.

Lo más triste es que estaba situado en una zona donde la gente no le daba mucha importancia a esta forma de aprendizaje, los padres de los alumnos se quejaban y preguntaban: ¿Porqué mi hijo no lleva libros como en todos los demás colegios?creían más en los libros y resultados finales que en el proceso de aprendizaje.
Como conclusión puedo afirmar que a veces, aunque el profesorado haga lo posible por innovar en su práctica educativa, ésta no es siempre bien acogida, ya sea por el miedo a lo nuevo de los padres, el no ser "igual" que los demás, no comprender la educación y el aprendizaje desde otra perspectiva distinta a la tradicional,...por ello hay que quitar el miedo, y hacerles ver y comprobar que es más eficaz y motivadora que la anterior.

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