lunes, 3 de marzo de 2008

SEMANA 2

La lectura de estos dos capítulos me ha llevado a seguir reflexionando sobre las conclusiones sacadas la semana pasada referidas a el cambio en la escuela: el propio maestro debe ser el primero en involucrarse en este difícil, pero a la vez ventajoso, camino de la innovación (primero hay que empezar por lo más concreto, por lo más cercano, para posteriormente abarcar ámbitos más amplios). Pero siendo realistas esta implicación sólo se da en unos cuantos maestros, que a mi juicio son los únicos que merecen ser reconocidos como “profesionales de la educación”; la generalización de este término sobre aquellas personas que se dejan llevar por la falta de iniciativas, reflexión y compromiso con la educación, es lo que está produciendo la descalificación de la sociedad en general hacia esta profesión.
Esto último es un aspecto que, por decirlo de alguna manera, “me hace mucha gracia”: la sociedad en general achaca la mayoría de los problemas actuales a la educación (todo es culpa de la mala educación que se está dando a nuestros hijos), delegando en los maestros una enorme responsabilidad sobre el futuro de todos; y en vez de recibir propuestas, soluciones o alternativas que ayuden a la mejora del sistema educativo, sólo se recibe menosprecio y descalificación a esta profesión… ¿Acaso no se contradicen? Si se quiere una mejora del sistema pongamos nuevas propuestas, no añadamos más inconvenientes a la larga lista de errores ya reconocidos.
Así pasa (y con esto no quiero decir ni mucho menos que sea el motivo principal) que el profesor está desmotivado, encerrado en sí mismo, envuelto en una rutina que no le permite ir avanzando y aprendiendo en el transcurso de su enseñanza, por tanto no le permite innovar. Se convierte en un elemento característico de la escuela que exista una rutina. Todos los colegios tienen metodologías, proyectos de centro, etc., muy similares; y la verdad es que no me sorprende en absoluto puesto que si nuestra formación cómo docentes es una autentica rutina, ¿qué clase de actuación se espera de nosotros en un futuro próximo? Ahora bien, estoy totalmente de acuerdo con la opinión de Sara sobre que es necesario que dentro del aula se de la rutina: por mi experiencia he comprobado que es necesario establecer en los alumnos unos hábitos de trabajo y comportamiento fijos que ayuden al buen funcionamiento de la clase; pero eso sí, siempre dejando margen para la innovación, que el maestro sea capaz de evaluar y reflexionar su metodología llevado a cabo, los resultados obtenidos… teniendo la posibilidad de incluir nuevas estrategias que le ayuden a mejorar su práctica docente.
Iniciativas para solventar este problema de exceso de rutina y escasez en la innovación hay muchas, pero puestas en práctica pocas; sólo los verdaderos profesionales de la educación, como dije antes, involucrados en la mejora de la educación, son los que se implican y dedican tiempo al desarrollo de estas iniciativas, el resto siempre encuentra excusas para escaquearse…

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